Voces que nos recuerdan algunos retos del milenio y del año que comienza


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Autor

Alexánder Arbey Sánchez Upegui
Editor Revista Virtual
Investigador y Coordinador de Investigaciones
Católica del Norte Fundación Universitaria
Contacto: asanchezu@ucn.edu.co

El inicio del año es algo así como un vasto territorio ante el cual surge el deber de seguir edificando nuestro quehacer, consolidar nuestra misión y convertir en acción todos los propósitos que nos hemos formulado. Lo mismo ocurre en el ámbito educativo, donde siempre están presentes en el horizonte de las tareas o futuros deseables temas importantes como la calidad académica, la formación por competencias y la proyección internacional, entre muchos. No obstante, es oportuno recordar otros tópicos que para cualquier universidad, como institución social por excelencia, se constituyen en todo un reto y exigencia para los actuales tiempos, a saber: la humanización, la intervención en la sociedad del conocimiento e incidencia en la cultura actual, el fortalecimiento de la ecología-humana y el fomento de la calidad de vida. Exploremos de manera breve lo anterior.

Personalizar… humanizar
El futuro se construye, resulta de una labor, de un trabajo en las distintas esferas de la vida social, entre ellas la educación: proceso vital mediante el cual las personas se constituyen en integrantes de la especie; en otras palabras, formar al ser humano individual para incidir en el mundo, ese es el gran propósito desde la casa hasta la universidad.

Esto configura un reto ineludible en el actual milenio y frente al año que ha comenzado, pues “la universidad lo primero que debe hacer es personalizar. El problema no es que alguien se diplome o se gradúe, el verdadero asunto es que se le enseñe al individuo a ser persona”, afirma el escritor Pbro. Alberto Restrepo González. En últimas, se trata de propiciar en los estudiantes conciencia de sí, valoración de sí, dominio de sí y libertad ante sí para que se fortalezcan como personas.

Si el ser humano es la conciencia del cosmos, la universidad tiene que ser formadora de esa conciencia, para que éste sea un crítico del acontecer y no un mero multiplicador de lo establecido.