Artículos de Investigación
La cognición social en los padres de familia de los niños y adolescentes que presentan problemáticas de convivencia escolar
Social cognition in the parents of the children and adolescents who present school coexistence problems
La cognición social en los padres de familia de los niños y adolescentes que presentan problemáticas de convivencia escolar
Revista Virtual Universidad Católica del Norte, núm. 67, pp. 280-304, 2022
Fundación Universitaria Católica del Norte
Recepción: 06 Abril 2022
Aprobación: 23 Agosto 2022
Resumen: El objetivo del presente estudio consistió en describir la cognición social de una muestra de 30 padres de familia de 14 niños y adolescentes que presentan problemáticas de convivencia escolar, y de 16 que no la presentan, de tres instituciones educativas de los municipios de Venecia (Antioquia), Quinchía (Risaralda) y Medellín (Antioquia), escogidas de modo intencional por parte de los investigadores. La investigación se realizó con un enfoque cuantitativo de alcance descriptivo, el cual permitió un análisis comparativo entre la cognición social de los padres de familia y la convivencia escolar de sus hijos. Para ello se evaluaron las variables inteligencia emocional y el coeficiente de empatía en los padres seleccionados, al igual que se evaluó la convivencia escolar de sus hijos. Dentro de los resultados se resaltaron niveles adecuados de cognición social en estos padres de familia, y no se evidenció una relación de esta variable con las problemáticas de convivencia escolar de sus hijos. Se concluye, mediante la aplicación de la escala de evaluación de comportamiento para niños BASC para maestros, que las problemáticas de convivencia en los estudiantes evaluados pueden deberse a altos niveles de ansiedad, depresión y bajos puntajes en habilidades sociales.
Palabras clave: Cognición social, Empatía, Inteligencia emocional, Padres de familia y convivencia escolar.
Abstract: The objective of this study was to describe the social cognition of a sample of 30 parents of 14 children and adolescents who present school coexistence problems, and 16 who do not, from three educational institutions in the municipalities of Venecia (Antioquia), Quinchía (Risaralda) and Medellín (Antioquia), chosen intentionally by the researchers. The research was carried out with a quantitative approach of descriptive scope, which allowed a comparative analysis between the social cognition of the parents and the school coexistence of their children. For this, the variables emotional intelligence and the coefficient of empathy were evaluated in the selected parents, as well as the school coexistence of their children. Among the results, adequate levels of social cognition were highlighted in these parents, and there was no evidence of a relationship between this variable and the problems of school coexistence of their children. It is concluded, through the application of the behavior evaluation scale for children BASC for teachers, that the coexistence problems in the students evaluated may be due to high levels of anxiety, depression, and low scores in social skills.
Keywords: Social cognition, Empathy, Emotional intelligence, Parents and school coexistence.
La familia ha sido reconocida como la primera escuela de formación de los seres humanos. El modo como se comporten los padres va a incidir en los comportamientos de sus hijos, ya que los infantes aprenden especialmente por imitación. Si los padres de familia han desarrollado una adecuada cognición social, que les permita ser personas más empáticas, cariñosas y respetuosas con sus hijos, se esperaría que sus hijos imiten estas conductas. En este sentido, la convivencia en la vida de la familia influye en el modo como se comportan los estudiantes en la escuela. Las formas de relacionarse en casa conllevan a la interiorización de valores éticos, y al manejo de las emociones y modos de ser y de comportarse en las diferentes etapas del desarrollo. La convivencia escolar, por tanto, implica la participación de los miembros de la familia, ya que es la célula básica de la sociedad en la que se aprenden los valores ciudadanos (Meza Rueda & Páez Martínez, 2016).
En las últimas décadas han sido numerosos los avances teóricos y empíricos que permiten profundizar en el estudio de la cognición social, y de otras categorías que se relacionan. La cognición social se define, de acuerdo con Adolphs (2001, como se cita en Zabala et al., 2018) como: “el conjunto de procesos neurobiológicos, psicológicos y sociales, a través de los que se perciben, reconocen y evalúan los eventos sociales” (p. 48). Los estudios sobre neurociencias sociales permiten comprender que la cognición social se enfoca en el análisis de fenómenos relacionados con procesos de percepción y de autorregulación emocional (Maldonado-Paz, 2015). En este sentido, Pérez Sánchez (2010) señala que una de las áreas fundamentales de investigación de la psicología es la llamada cognición social; es decir, el estudio de las formas de comprensión del comportamiento y el pensamiento de otras personas y de sí-mismo. Este estudio permite un acercamiento a la comprensión del fenómeno de las problemáticas de convivencia escolar y el modo cómo afectan la cognición social en estudiantes.
En referencia con la cognición social, esta se relaciona con la capacidad de comprender los estados mentales y emocionales de los otros, y de habilidades como la empatía y la compasión. La cognición social, por tanto, se entiende como una habilidad de interpretación y evaluación de los estímulos sociales percibidos en entornos sociales, y que generan respuestas (Alvis Rizzo et al., 2014; Bonilla-Santos et al., 2019). En este sentido, Quintero Rodríguez et al. (2021) describen la cognición social como un campo de estudio que abarca los procesos mentales y su relación con la información social del entorno, además de sus respuestas de acuerdo con el contexto. La cognición social, por tanto, es necesaria para una auténtica convivencia social, basada en la empatía y el respeto por las personas. Actualmente, se observa que la agresividad en la población infantil y adolescente sigue siendo una realidad preocupante en muchos colegios públicos y privados (SiseVe, 2018).
La violencia escolar relacionada con déficits en la cognición social se relaciona con conductas disfuncionales y agresivas entre estudiantes, reflejadas en situaciones que se dan tanto dentro de las clases como en los espacios comunes de las instituciones educativas, lo cual implica que cada vez se preste más atención a estos fenómenos. Datos estadísticos estiman, en el ámbito mundial, “que 246 millones de niños y adolescentes podrían ser víctimas de la violencia al interior y alrededor de sus escuelas” (Organización de Naciones Unidas sobre la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO], s.f., párr. 1). Por ello, la importancia de investigar las variables que pueden afectar la cognición social en escolares, que los lleve a comportamientos que afectan la convivencia escolar.
De otro lado, el reto de la neurociencia social es la explicación de la mente humana y de los fenómenos sociales, lo cual requiere, sin duda, la comprensión de cómo funciona el cerebro, y su relación con el bienestar emocional en las relaciones interpersonales (Redolar Ripoll, 2014). En este sentido, por ejemplo, Delgado Reyes et al., (2022), explican que “los procesos cognitivos, emocionales y conductuales, (…) dependen de la adecuada maduración cortical de los lóbulos frontales” (p. 102). Por ello, es necesario reconocer los mecanismos psicológicos que interfieren en el contenido cognitivo de las personas, al igual que identificar las bases neuroanatómicas que sustentan estos procesos.
Desde la teoría cognitivo social del aprendizaje, expuesta por Bandura (1984, como se cita en Zavala Berbena & Castañeda Figueiras, 2014), se plantean tres variables que están relacionadas entre sí, las cuales permiten que se produzca un aprendizaje en el individuo; estas son: factores de comportamiento, factores ambientales o extrínsecos, y factores personales o intrínsecos; estos factores implican cambios personales en los procesos cognitivos y comportamentales de una persona. De lo anterior, se infiere que la cognición social de los padres de familia puede modificar la cognición social de sus hijos, debido a que comparten un mismo ambiente que puede modificar su comportamiento, el cual se refleja en diferentes entornos, como lo es en la convivencia escolar.
El aprendizaje por observación permite desarrollar la cognición social en los estudiantes, especialmente en habilidades como la empatía y la compasión, las cuales permiten una mayor comunicación asertiva y previenen la agresividad; así mismo, en el ambiente educativo, se pueden buscar estrategias que permitan estimular las neuronas espejo, las cuales, mediante la observación de situaciones cotidianas, estimulan un mayor nivel de consciencia en los niños y adolescentes, en relación con los sentimientos, las emociones y las sensaciones de otros seres humanos (Galvis, 2014).
La empatía es una variable que permite ponerse en el lugar del otro, y tiene un constructo multidimensional en dos componentes, uno cognitivo y otro emocional, que permite asumir la perspectiva de las otras personas, comprendiendo sus emociones y facilitando relaciones armoniosas (García Ampudia et al., 2011, p. 2).
Considerando lo anterior, esta investigación presenta una descripción de la relación entre las problemáticas de convivencia escolar en niños y adolescentes de tres instituciones educativas, teniendo en cuenta variables que pudieran explicar estas problemáticas; para ello, se quiso analizar el papel que juega la cognición social de estos padres de familia en las conductas de sus hijos. Sin embargo, en el estudio también se consideraron otras variables, como lo son el contexto social que los rodea y factores intrínsecos asociados con la personalidad de los estudiantes.
Metodología
Diseño
La investigación se planteó desde un enfoque cuantitativo de alcance descriptivo, de tipo transversal. El diseño de investigación fue no experimental. El objetivo del análisis en esta investigación fue identificar los niveles de cognición social en la muestra de padres de familia cuyos hijos presentan problemas de convivencia escolar, y de los padres de familia cuyos hijos no presentan esta problemática. Para ello, se realizó un análisis comparativo de las variables mencionadas.
Participantes
La población estuvo compuesta por 14 padres de niños y adolescentes con problemáticas de convivencia escolar, y 16 padres de niños y adolescentes sin problemáticas de convivencia escolar, para un total de 30 participantes. Así mismo, se contó con 30 estudiantes a quienes se les aplicó el BASC -escala docentes- para evaluar la convivencia escolar.
Es de anotar que esta investigación se desarrolló en tres instituciones educativas públicas, escogidas por conveniencia del equipo de investigación, de los municipios de Quinchía-Risaralda (40 %), Medellín-Antioquia (30 %) y Venecia-Antioquia (30 %). En cada uno de estos municipios se contó con un integrante del equipo de investigación, lo que permitió una mayor comprensión y análisis del contexto social y facilidad para la recopilación de la información. Para esta investigación, se tuvo la colaboración de algunos docentes de las instituciones mencionadas, los cuales apoyaron el proceso de identificación de los estudiantes que presentaban mayores dificultades de convivencia escolar y de otro grupo que no presentaba dificultades de convivencia para que fueran evaluados; además, se realizó acercamiento con los padres de estudiantes para motivarlos en la participación de la investigación y aplicarles los instrumentos de evaluación.
Como criterios de inclusión para los padres, se tuvo en cuenta que sus hijos estuvieran matriculados en las instituciones educativas determinadas; luego de que se les explicará los objetivos del estudio, firmaron el consentimiento informado para que sus hijos participaran en la investigación.
Los criterios de inclusión para los estudiantes fueron que estuvieran escolarizados en las instituciones seleccionadas para la investigación, estar en edad comprendida entre los 9 y 17 años, y no tener antecedentes de enfermedad neurológica o trastornos neuropsicológicos.
Instrumentos
Los instrumentos que se aplicaron para evaluar la cognición social de los padres de familia fueron:
Test de Cociente de Empatía –EQ- (Baron-Cohen, 2012). Permitió valorar los niveles respecto al coeficiente de empatía. Esta prueba consta de 63 preguntas con puntuaciones bajas (0-32), media (33-52). La media femenina es de 47 y la masculina de 42, alta (53-63) y muy alta (64-80).
Cuestionario TMMS 24 –Trait Meta-Mood Scale- (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004). Permitió medir tres dimensiones de la inteligencia emocional (IE): percepción emocional, comprensión de sentimientos, y regulación emocional.
Escala para maestros sobre percepción de estudiantes, entre 6 a 11 años, y adolescentes, de 12 a 18 años BASC (Behavior Assesment System for Children). Permitió evaluar la convivencia escolar de los niños y adolescentes. Consta de tres escalas: escala clínica, adaptativa y global, evaluadas en 148 preguntas, para el cuestionario de 6 a 11 años, y 138 preguntas, para el cuestionario de 12 a 18 años (Reynols & Kamphaus, 2004).
Caracterización Sociodemográfica para padres. Permitió tener una identificación sobre la población objeto de investigación, aportando datos relevantes sobre género, nivel de escolaridad, percepción de problemas en el entorno que pudieran afectar la conducta de los hijos, y estrato socioeconómico.
Procedimiento
Se llevó cada proceso con su debido protocolo y custodia de información, así como manejo y cumplimiento de los consentimientos informados. Se aplicó, a la muestra de padres seleccionados, el formato de caracterización sociodemográfica, el Test de Cociente de Empatía (Baron-Cohen) y el TMMS-24; en un segundo momento, se aplicaron los demás instrumentos utilizados a la muestra de estudiantes para la recolección de información; posteriormente, se realizó en análisis comparativo de resultados.
Consideraciones éticas
La investigación se efectuó, teniendo en cuenta las disposiciones de la Ley 1090 del 2006, la cual rige el ejercicio profesional del psicólogo. Se pidió a los padres de familia que leyeran y firmaran el consentimiento informado para que sus hijos pudieran participar en la investigación. En atención a la Resolución 008430 de 1993, del Ministerio de Salud, el estudio tuvo en cuenta las siguientes consideraciones éticas: la participación voluntaria de los participantes; la protección del evaluado durante la participación del estudio; la garantía de la ausencia de riesgos emocionales, físicos y ambientales durante la aplicación de las pruebas; y la confidencialidad de la información.
Análisis de datos
La interpretación de los datos estadísticos obtenidos en la investigación, se realizaron con el programa Excel, el cual permitió establecer una relación de linealidad y proporcionalidad entre los valores de las variables estudiadas, para, de este modo, presentar los porcentajes que se obtuvieron.
Resultados
Caracterización sociodemográfica
Respecto a la caracterización sociodemográfica, la investigación estuvo compuesta por 26 mujeres (86.7 %) y 4 hombres (13.3 %), de estratos socioeconómicos 1, 2 y 3. El estado civil que predominó en los padres fue “soltero”, con 54.5 %. Entre las problemáticas sociales percibidas por los padres de familia, se resaltaron el consumo de sustancias psicoactivas, con el 76.1 %, y de violencias, con el 23.9 %. Solamente un 27.3 % de esta población mencionó haber tenido ayuda psicológica.
Inteligencia emocional
En los padres de familia cuyos hijos presentaban problemáticas de convivencia escolar (ver Tabla 1), se evidenció, en la mayoría, una adecuada inteligencia emocional, la cual es una categoría de la cognición social. Los resultados en esta variable, según el test TMMS-24, mostraron: adecuada percepción emocional (71.42 %), y debe mejorar la percepción (28.57 %). Por su lado, regulación y comprensión emocional presentaron similares resultados: adecuada (64.28 %), debe mejorar (14.28 %) y excelente (21.42 %).
No. Elemento | G | Percepción | Regulación | Comprensión | ||
1 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada | ||
2 | M | Adecuada | Debe mejorar | Debe mejorar | ||
3 | M | Debe mejorar | Excelente | Excelente | ||
4 | F | Debe mejorar | Debe mejorar | Debe mejorar | ||
5 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada | ||
6 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada | ||
7 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada | ||
8 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada | ||
9 | F | Debe mejorar | Excelente | Excelente | ||
10 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada | ||
11 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada | ||
12 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada | ||
13 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada | ||
14 | F | Debe mejorar | Excelente | Excelente | ||
En relación con la inteligencia emocional de los padres de niños y adolescentes sin problemáticas de convivencia escolar (ver Tabla 2), se evidenció, en los resultados del TMMS-24, en la mayoría de los participantes una buena inteligencia emocional. Los resultados se presentaron de la siguiente manera: Percepción adecuada (62.5 %), y debe mejorar la percepción (37.5 %). La regulación y comprensión presentaron iguales resultados: adecuada (68.75 %), debe mejorar (6.25 %) y excelente (25 %).
No de Elemento (Padre) | G | Percepción | Regulación | Comprensión |
15 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada |
16 | F | Debe mejorar | Adecuada | Adecuada |
17 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada |
18 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada |
19 | M | Adecuada | Adecuada | Adecuada |
20 | F | Debe mejorar | Excelente | Excelente |
21 | M | Adecuada | Excelente | Excelente |
22 | F | Debe mejorar | Adecuada | Adecuada |
23 | F | Adecuada | Excelente | Excelente |
24 | F | Debe mejorar | Excelente | Excelente |
25 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada |
26 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada |
27 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada |
28 | F | Debe mejorar | Debe mejorar | Debe mejorar |
29 | F | Adecuada | Adecuada | Adecuada |
30 | F | Debe mejorar | Adecuada | Adecuada |
Coeficiente de Empatía
De acuerdo con los resultados obtenidos, en relación con el Test de Coeficiente de Empatía, en los padres de niños y adolescentes con problemáticas de convivencia escolar (ver Tabla 3) se evidenció que un 71.4 % de los participantes se encontraba en la media y un 28.56 % por debajo de la media. Las madres son quienes tienen niveles más altos, presentando puntuaciones sobre la media; no obstante, también se observó que algunas de ellas presentaron resultados de un coeficiente de empatía bajo.
No de Elemento (Padre) | Género | Coeficiente |
1 | F | Bajo |
2 | M | Bajo |
3 | M | Media |
4 | F | Media |
5 | F | Media |
6 | F | Media |
7 | F | Media |
8 | F | Media |
9 | F | Bajo |
10 | F | Media |
11 | F | Bajo |
12 | F | Media |
13 | F | Media |
14 | F | Media |
Respecto a los padres de niños y adolescentes sin problemáticas de convivencia escolar (ver Tabla 4), se observó que 10 de los participantes estaban en la media, con un 62.5 %; cuatro (4) padres de familia por encima de la media, con 25 %; y solo el 12.5 % estaba por debajo de la media.
No de Elemento (Padre) | Género | Coeficiente |
15 | F | Bajo |
16 | F | Media |
17 | F | Media |
18 | F | Sobre la media |
19 | M | Sobre la media |
20 | F | Media |
21 | M | Media |
22 | F | Media |
23 | F | Bajo |
24 | F | Media |
25 | F | Sobre la media |
26 | F | Media |
27 | F | Media |
28 | F | Media |
29 | F | Media |
30 | F | Sobre la media |
Estos resultados no muestran que haya relación entre la cognición social de los padres y las problemáticas de convivencia escolar de sus hijos. En cuanto a los resultados alcanzados en el coeficiente de empatía, estos tampoco permiten establecer una relación significativa. Para resultados más contundentes es conveniente replicar el estudio con muestras más grandes.
Escala de evaluación de comportamiento para niños BASC, para maestros
De acuerdo con los resultados obtenidos, para niños y adolescentes con problemáticas de convivencia escolar, se resaltaron los siguientes resultados: respecto a los a los problemas de conducta, se identifican niveles clínicamente significativos (42.86 %), en riesgo (14.29 %), medio (21.43 %), bajo (7.14 %) y muy bajos (14.28 %). En agresión, se identificaron niveles clínicamente significativos (71.43 %), en riesgo (7.14 %), medio (7.15 %), bajo (7.14 %) y muy bajos (7.14 %). En depresión, se identificaron niveles clínicamente significativos (64.29 %), en riesgo (21.42 %), medio (7.14 %), y muy bajos (7.15 %). En ansiedad, se identificaron niveles clínicamente significativos (50.00 %), en riesgo (7.14 %), medio (7.14 %) y muy bajos (35.72 %). Por último, en habilidades sociales se identificaron niveles clínicamente significativos (42.86 %), en riesgo (14.29 %), medio (14.29 %), alto (14.29 %) y muy altos (14.27 %). Estos resultados evidenciaron un puntaje clínicamente significativo en las variables depresión y ansiedad en esta muestra.
En cuanto a los resultados obtenidos, para niños y adolescentes sin problemáticas de convivencia escolar, se obtuvieron los siguientes resultados: En problemas de conducta se identificaron niveles muy bajos (56.25 %), bajo (12.50 %), medio (6.25 %), en riesgo (18.75 %), y clínicamente significativo (6.25 %). En agresión, se identificaron niveles muy bajos (50.00 %), bajo (12.50 %), en riesgo (31.25 %) y clínicamente significativo (6.25 %). En depresión, se identificaron niveles muy bajos (56.25 %), bajo (12.50 %), medio (25.00 %), en riesgo (6.25 %) y clínicamente significativo (0 %). En ansiedad, se presentaron niveles muy bajos (31.25 %), bajo (25.50 %), medio (25.00 %), en riesgo (6.25 %) y clínicamente significativo (12.00 %). Por último, en habilidades sociales se identificaron niveles muy altos (62.50 %), alto (12.50 %), medio (18.75 %) y clínicamente significativo (6.25 %). Estos hallazgos evidenciaron que en las variables depresión y ansiedad, en esta muestra, no se encuentra puntaje clínicamente significativo.
Discusión
En el análisis de las variables (TMMS 24 y EQ) de la cognición social implementadas no se evidenció una relación significativa con respecto al cuestionario BASC- escala a maestros (niños y adolescentes entre los 6 a 18 años), debido a que, en su mayoría, los menores arrojaron una calificación de aceptable en la evaluación, lo cual puede indicar que los padres de familia de ambas muestras de estudiantes no muestran diferencias significativas; por ello, no se puede sustentar que la cognición social de los padres sea la que explique las problemáticas de convivencia escolar de estos. Así mismo, se evidenciaron puntuaciones clínicamente significativas en las dimensiones de agresión, depresión, ansiedad, problemas de conducta y baja habilidad social.
Es evidente que no deben atribuirse las conductas o alteraciones de los niños y adolescentes únicamente a los niveles de cognición social de los padres; por tanto, no podría sustentarse en esta investigación la existencia de una relación directa entre estas variables, pues en esta analogía también interactúan otros factores, como lo exponen Muñoz Quezada et al. (2014) al mencionar que la calidad de las relaciones individuales y sociales, que se exponen en la convivencia escolar, no se explican sólo desde parámetros morales, culturales y jurídicos, sino también desde habilidades sociales para la convivencia. Teniendo presente lo anterior, es necesario analizar las distintas variables que pueden explicar los comportamientos inadecuados en la infancia y adolescencia, y el modo como se mantienen estas conductas en un contexto social.
En este sentido, para la comprensión de los problemas de convivencia escolar es necesario tener presente las características propias de los principales contextos sociales de la persona, que, en el caso de estos adolescentes, son las problemáticas que rodean a sus familias y los entornos educativos de los municipios en los que se realizó la investigación. Los factores psicosociales presentes en el entorno familiar y escolar, como lo expresa Muñoz Castillo (2019), inciden en el proceso de convivencia y enseñanza-aprendizaje de los estudiantes, repercutiendo positiva o negativamente según los estímulos del entorno. Dentro de los factores del contexto que se pudieran relacionar, se encuentran la desmotivación, el bullying y la indiferencia de estudiantes y padres. En cuanto a los que se identificaron en la presente investigación, están: bajos recursos económicos, madre-solterismo y ocupaciones como ama de casa y oficios varios; estos elementos han sido detectados por medio de las técnicas que se emplearon en el desarrollo del estudio de esta muestra, como la descripción y la entrevista dirigida a padres en la caracterización sociodemográfica y la escala analizada con los docentes, con respecto a los estudiantes.
Es así como se explica que las familias tengan una fuerte implicación en cuanto a la convivencia escolar. Fuentes y Castro (2019), al respecto, hacen mención de la necesidad que tienen los padres de implementar estrategias para el mejoramiento integral de la convivencia, de manera que se fortalezcan las competencias ciudadanas, en aras de garantizar la calidad en la convivencia escolar pacífica, entendida por Fonseca Roa et al. (2014) como la ausencia de violencia, ya que las relaciones establecidas están configuradas a partir de procesos sociocognitivos, con el propósito de evitar que los estudiantes presenten conductas disruptivas y violentas. Con lo anterior, se plantea que cuando hay problemas en las relaciones familiares, estas también pueden afectar las relaciones interpersonales de los hijos.
En cuanto a la agresión o violencia, como una de las problemáticas halladas en los resultados del BASC con puntuaciones altas, se explica cómo la violencia escolar es una forma más de la violencia que expresa la pérdida de valores para vivir en sociedad. En este sentido, Ayala-Carrillo (2015) explica que:
La violencia escolar debe comprenderse desde diferentes ámbitos, tanto desde lo público como lo privado, entre los comportamientos colectivos e individuales, entre los aspectos familiares y comunitarios; sin aludir a las diferencias de género y a las historias de vida de quienes agreden. (p. 3)
Por ello, la importancia de la búsqueda de estrategias para prevenir la violencia entre escolares desde un punto de vista interdisciplinario.
De acuerdo con las explicaciones anteriores, otra de las perspectivas que se puede indagar, para comprender las dificultades relacionadas con la convivencia escolar, está en la relación entre las habilidades emocionales de los padres de familia y el bienestar de los hijos. En este sentido, Guzmán Huayamave et al. (2019) expresan que es “necesario identificar el estilo parental según su composición y convivencia para vincular el grado de estabilidad emocional de los padres y la incidencia que tienen sobre la inteligencia emocional de los hijos” (p. 65).
En este orden de ideas, Guzmán Huayamave et al. (2019) resaltan que “los padres de familia deben esforzarse para que proporcionen a sus hijos una educación de calidad” (p. 71). Es por ello por lo que la educación emocional ha de comenzar desde la casa, y continuar desde las instituciones educativas, con el compromiso de los educadores, lo cual les implica una formación constante en estrategias para formar a los niños y jóvenes, en su regulación emocional, de modo que se permita una sana convivencia.
En relación con la muestra poblacional, se encontraron algunos padres con dificultades en la expresión de sus sentimientos de forma adecuada, generando de esta manera, en sus hijos, manifestaciones negativas para la expresión emocional en los entornos escolares y sus relaciones interpersonales, ya que estos son los identificados por los docentes como estudiantes con problemáticas de convivencia escolar, evidenciando una falta de comunicación asertiva entre padres e hijos. Algunos autores como Zambrano-Mendoza et al. (2019) afirman que “la comunicación es la clave para mantener una buena relación entre padres e hijos, generando un ejercicio de confianza y respeto mediante el diálogo, en el cual los padres y los hijos son idóneos para expresar opiniones” (p. 143). Fomentar espacios de dialogo en familia es clave para una sana convivencia familiar, que se vea reflejada en la escuela.
Por otra parte, se infiere que la percepción de los padres con hijos sin dificultades de convivencia escolar sí influye de manera positiva, al expresar sus sentimientos de forma adecuada, ya que expresar los sentimientos positivamente se refleja en el comportamiento y el manejo apropiado de los afectos negativos, como la depresión y la ansiedad; además, al no ser significativos, no alteran la satisfacción con la vida; es decir, en las relaciones interpersonales, la resiliencia y la habilidad social.
Como lo expone Miranda et al. (2019), el apoyo “ofrecido por los adultos, tanto en la casa como en la escuela, favorece que los adolescentes puedan mantener niveles superiores de satisfacción con la vida, respecto a los adolescentes que perciben bajo apoyo de los adultos” (p. 39). La percepción, la regulación y la comprensión analizadas en la inteligencia emocional, de los padres de ambas muestras, influyen de forma negativa o positiva, según se manifiesten, regulen y se comprendan estos estados en esta categoría de la cognición social.
En cuanto a los resultados que se hallaron en el BASC, en los estudiantes con problemáticas de convivencia escolar, se resalta el puntaje clínicamente significativo en las variables depresión y ansiedad. Esta tendencia a presentar este tipo de problemáticas requiere en la población infantil una pronta intervención, al igual que es importante explicar los factores que suscitan este tipo de síntomas relacionados con la ansiedad y la depresión.
El interés del tema radica en que actualmente se han detectado en los adolescentes y jóvenes un incremento de problemas psicológicos, asociados con las emociones, como la ansiedad y depresión, o vitales, como el acoso escolar, la violencia, el uso y abuso de drogas, o incluso los suicidios. (Melo, 2019, p. 7)
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) concibe que los elementos que establecen la salud mental del adolescente, en la etapa evolutiva, son variados, debido a que dependen de los factores de riesgo a los que se ven expuestos; es decir, a mayor riesgo mayor afectación. Es así como algunos de los factores que favorecen el desarrollo de la ansiedad, durante esta etapa, son la aspiración a una mayor autonomía, la presión social, la búsqueda y definición de la identidad sexual y una mayor demanda en uso de la tecnología. Por otro lado, la influencia de los medios de comunicación y la exigencia de modelos de género pueden agravar la disconformidad entre la realidad que vive el adolescente y sus apreciaciones o ambiciones hacia el futuro. Entre los factores protectores significativos de la salud mental de los adolescentes se destacan la calidad de su vida diaria y las relaciones con sus compañeros.
Por otro lado, entre las otras variables que podrían estar relacionadas con las dificultades de convivencia escolar están las del neurodesarrollo, las cuales se originan desde lo posnatal y la infancia temprana, afectando el crecimiento, desarrollo y funcionamiento del cerebro del individuo, y generando implicaciones en el área personal, social y académica, como pueden ser: dislexia, disgrafía, discalculia, discapacidad motora, auditiva, visual, trastorno específico de aprendizaje (TAPR), trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), discapacidades intelectuales y trastorno del espectro autista (TEA), tal y como lo menciona el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5, Asociación Americana de Psicología, 2018).
Ante la situación planteada, se requiere una dinámica responsable de los padres en la crianza y cuidado de sus hijos e hijas, para fortalecer sus vidas en valores y ofrecer fundamentos en el autocuidado, el respeto por sí mismo y el de los demás. Por ello, la importancia de que se ejecuten investigaciones que puedan aportar al análisis de estos fenómenos (Villegas Robertson et al., 2019).
Cabe agregar las fortalezas identificadas en la investigación, durante el proceso de intervención, dado que se contó con el apoyo de las instituciones educativas para poder llevar a cabo, en medio de la pandemia, una investigación, y querer dar solución al interrogante investigativo, teniendo en cuenta algunas subjetividades y observaciones hechas desde el análisis de datos.
De igual manera, la presente investigación permitió encontrar varios hallazgos representativos para tener en cuenta. Por ejemplo, los alumnos con problemáticas de convivencia escolar presentan altos niveles de agresión; es importante tener presente que tiene como origen factores internos y externos en las personas. En este sentido, Fierro-Evans y Carbajal-Padilla (2019) explican que es necesario buscar estrategias que fortalezcan la convivencia escolar y disminuyan el riesgo de la violencia escolar, como pueden ser la incorporación de programas de educación emocional.
Así mismo, en la población de los estudiantes evaluados, la ansiedad es un factor evidenciado en altos niveles, no solamente en aquellos estudiantes que presentan problemáticas de convivencia escolar, sino también en aquellos que no presentan. Padilla Muñoz et al. (2015) describen la ansiedad infantil “como una vivencia displacentera que generalmente ocurre como respuesta a situaciones de amenaza, reales o imaginarias, expresada a través de síntomas físicos o psíquicos que tienen una función defensiva ante la experiencia de amenaza” (p. 198). En este sentido, Otero Gómez-Pablos (2019) explica que la ansiedad puede presentarse por varios factores: en el caso de los niños, es importante tener presente que en sus primeros años de crianza tienden a tener comportamientos más inhibidos y tímidos, los cuales suelen desarrollar trastornos de ansiedad; y en los adolescentes, se encuentran los factores ligados al temperamento.
En relación con esto último, los síntomas que se asocian con la ansiedad en los niños y adolescentes son la perturbación de la actividad y la atención, la falta de confianza en sí mismos, miedos irracionales, sentimientos de desesperanza, inquietud motora, alteraciones alimentarias, alteración del sueño, y el temor ante el futuro. La frecuencia de ansiedad detectada en la población estudiada es del 40.62 %, lo cual indica una tendencia a este tipo de sintomatología.
También, se obtienen percentiles bajos en habilidades sociales, en los niños y adolescentes con problemáticas de convivencia escolar; estas habilidades (comunicación asertiva, relaciones interpersonales y el manejo de problemas y conflictos) pueden ser aprendidas desde la infancia; es decir, se pueden ir desarrollando en las primeras etapas del desarrollo, en función de las experiencias personales, culturales, familiares y sociales. La ausencia de las habilidades sociales puede generar consecuencias negativas sobre los niños y adolescentes.
Resulta oportuno resaltar que el grupo poblacional con mayores características similares es el de las madres solteras, con ocupaciones de ama de casa, siguiendo el de labores independientes; una característica bastante importante, debido a que el rol de la madre cabeza de familia está desempeñando un porcentaje bastante alto en la investigación. Los hijos de estas madres cabezas de familia pueden resultar vulnerables a problemáticas encontradas, ya que son jóvenes que presentan ausencia de rol paterno o también puede darse el caso de ausencia del materno; pasan más tiempo solos o con otros cuidadores, que no ejercen esa autoridad o norma; y pueden tener carencias afectivas y económicas, por lo que reflejan todas estas situaciones en los espacios de convivencia escolar y tienen problemáticas como resultado de esos niveles socioeconómicos bajos.
En relación con el Test de Coeficiente de Empatía, los resultados reflejan que las madres son quienes tienen niveles más altos, presentando puntuaciones sobre la media; sin embargo, también se observa que algunas de ellas presentaron resultados de un coeficiente de empatía bajo, lo cual podría explicar las implicaciones que esta variable tiene sobre sus hijos en el desarrollo de la empatía, la cual, según Moya-Albiol et al. (2010), hace referencia a la capacidad de experimentar de forma vicaria los estados emocionales de otros, siendo crucial en la interacción social adaptativa y, por ende, en una mejor convivencia escolar.
Teniendo presente las lecturas e investigaciones estudiadas, se concluye que se presentan algunos casos en los que coinciden los bajos niveles de cognición social del padre con problemáticas de convivencia escolar presentada por el hijo, pero no se evidencian casos concretos en los que la cognición social de los padres altera y/o afecta la conducta de los niños y adolescentes en su entorno escolar. Un ejemplo de lo anterior se puede ver en el análisis del joven de sexo masculino, con resultados en el BASC de cuidado, en donde sus cuidadores presentan bajos niveles en el coeficiente de empatía e inteligencia emocional. Así mismo, para uno de los jóvenes de sexo masculino, con resultado de extremo cuidado en el BASC, su cuidador presentó puntajes aptos en las pruebas TMMS 24 y un coeficiente de empatía medio. De la misma manera, en los resultados del coeficiente de empatía (EQ) se evidencian puntuaciones muy lineales en las dos muestras, ya que en su mayoría arrojan una puntuación en la media. Por todo ello, Mónaco et al. (2017) señalan la necesidad de que se puedan desarrollar programas de educación emocional, los cuales sean eficaces en las instituciones para garantizar una mayor convivencia escolar.
El análisis de los resultados de los test presentados por los padres y estudiantes evaluados muestra lo pertinente de continuar con investigaciones que permitan indagar el modo de cómo la cognición social de los padres puede influir en la inteligencia emocional de sus hijos y en las problemáticas relacionadas con la convivencia escolar. La presente investigación tuvo limitantes como tener una muestra pequeña, lo cual no permitió un estudio correlacional que permitiera resultados significativos en cuanto a correlaciones positivas o negativas en las variables estudiadas. Sin embargo, se logró un análisis valioso al considerar otras variables que pueden afectar la convivencia escolar de los niños y adolescentes, como son factores relacionados con trastornos del estado de ánimo, de ansiedad, y problemáticas sociales.
Lo anterior, amerita que se puedan continuar con proyectos investigativos relacionados con variables de la cognición (inteligencia emocional, empatía, estilos parentales, entre otros) en muestras más amplias de padres de familia, que permitan estudiar el modo de cómo su cognición social se relaciona con el comportamiento de sus hijos. También, se ve la importancia de continuar investigando sobre las repercusiones de los trastornos emocionales de los niños y adolescentes en la convivencia escolar. Líneas de investigación, como las mencionadas, han de llevar a que se puedan desarrollar proyectos psicopedagógicos que permitan mejorar la cognición social de los padres de familia y de los estudiantes, aprovechando los aportes más recientes de disciplinas relacionadas con la neuroeducación, la ética y la psicopedagogía.
Conclusiones
Este estudio permitió una aproximación a la comprensión de la relación de las variables cognición social, de una muestra de padres de familia, y la convivencia escolar de sus hijos, de tres instituciones educativas en diferentes municipios de Colombia. Los resultados de la investigación no son concluyentes en explicar si hay una relación significativa sobre el modo como la cognición social de los padres de familia afecta la convivencia escolar de sus hijos; sin embargo, se logra dar respuesta a los objetivos planteados, en cuanto a describir la cognición social de los padres de ambas muestras poblacionales, identificar los niveles bajos y altos de cognición social y lo que esto puede afectar en la convivencia escolar de sus hijos y el manejo de relaciones interpersonales.
En este propósito, la cognición social y sus categorías, dentro de la neurociencia, juegan un papel muy importante para el entorno sociocultural de cada región investigada y las problemáticas que se tejen alrededor de los entornos familiares. A partir de los elementos evidenciados se presentan hallazgos interesantes para la temática abordada, con la finalidad de profundizar en el tema, estableciendo cómo los niveles de cognición social de los padres sí pueden relacionarse con la forma de cómo sus hijos pueden tener esa habilidad para conectar con los demás, sin que tengan problemas para relacionarse. Además, esta investigación ha permitido evidenciar qué tipo de problemáticas escolares pueden presentar los hijos, teniendo en cuenta el nivel socioeconómico y problemáticas del entorno, tales como el consumo de sustancias psicoactivas, la violencia intrafamiliar, entre otras muy latentes en las comunidades.
Hechas las consideraciones anteriores, se exponen las dificultades presentadas en la investigación, las cuales surgen a partir de las restricciones de movilidad y encuentros en presencialidad, implementadas a partir de la pandemia COVID-19, afectando aspectos como la muestra inicial a evaluar, ya que inicialmente se contaba con una población de 240 participantes, entre padres y estudiantes; posteriormente, se redujo a 72 participantes y, por último, en congruencia con la aplicación de pruebas desde la virtualidad y teniendo en cuenta las dificultades de conectividad de la muestra poblacional seleccionada, se reduce a 60 participantes.
En el marco de las observaciones anteriores, se dificultó la implementación de otros test que permitieran evaluar aspectos desde la observación de la población y recolección de resultados de manera presencial, lo cual generó que se aplicaran desde plataformas virtuales, mediante formularios online, entre los meses de abril y junio de 2021. Además, no fue posible ampliar la muestra poblacional, salvaguardando de esta manera la vida de la población implicada en este proyecto de investigación.
La investigación realizada, por tanto, muestra la pertinencia de que se puedan continuar investigando variables relacionadas con la cognición social en la vida de la familia y su relación con la convivencia escolar y social de los estudiantes, y buscar estrategias psicopedagógicas que permitan una mayor inteligencia social en los escolares, y así prevenir problemáticas de convivencia escolar.
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