Editorial: La Evaluación de Artículos Académicos
Las revistas universitarias y los diferentes sistemas de indización tienen entre sus criterios de calidad científica y editorial, el arbitraje o valoración de artículos por uno o dos pares académicos.

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Alexánder Sánchez Upegui
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Edición 25 / Septiembre a Noviembre de 2008

Las revistas universitarias y los diferentes sistemas de indización tienen entre sus criterios de calidad científica y editorial, el arbitraje o valoración de artículos por uno o dos pares académicos.

A partir de unos criterios suministrados por las publicaciones, estos expertos (denominados indistintamente como evaluadores, pares o árbitros) dictaminan sobre la importancia del tema y el enfoque, la originalidad del trabajo, la adecuación del diseño metodológico, los resultados, la solidez de la discusión, la claridad de la escritura, la pertinencia y actualidad bibliográfica (Doyma, 1993, p.102-103).

Luego de la evaluación, el par da su concepto al autor (por intermedio del editor) sobre si el texto se acepta sin objeciones, requiere modificaciones para su publicación o se rechaza.

Estas apreciaciones se realizan desde un paradigma científico y desde una concepción del artículo académico, en la cual el texto se concibe por lo general como un “registro verbal privilegiado portador de una verdad científica pura y simple” (Locke, 1997, p.11).

Para incluir en los criterios de evaluación

En el proceso de evaluación hay tres variables importantes que deben tenerse en cuenta y explicitarse en los criterios que se les suministra a los árbitros:

  1. El texto científico no es sólo un espejo que refleja de manera fiel y directa la investigación realizada, sino también una construcción retórica, es escritura, metáfora de la ciencia e individualidad (Locke, David, 1997, p.22).
  2. Evaluar es formar y construir comunidad académica. En ocasiones esto no se tiene en cuenta y la evaluación se circunscribe a un dictamen impersonal y a veces descortés. Esto lleva a varias preguntas: ¿cómo evaluamos?, ¿evaluamos para el aprendizaje y formación en el discurso académico o para cumplir un parámetro institucional?, ¿evaluamos para fortalecer la divulgación o para restringirla?
  3. La evaluación debe incluir los conceptos y metodología de la lingüística textual y la retórica de la ciencia. Cuando la evaluación se realiza desde esta perspectiva, el proceso de valoración y ajustes de los artículos académicos tiene una mayor calidad científico-editorial y se fortalecen las competencias comunicativas de los autores.


Asumir las anteriores tres perspectivas agrega varios sentidos u objetivos a las revistas, objetivos orientados a la formación de escritores académicos, al fortalecimiento del género académico cuyas características se actualizan y se transforman en cada texto y a una reflexión metalingüística sobre el artículo evaluado, pues devela sus estructuras textuales y mecanismos retóricos, lo cual implica una concepción de la ciencia como escritura.

Evaluar: valorar y formar

Evaluar es valorar desde una perspectiva formadora. El verbo evaluar es transitivo y teleológico; es decir: es un puente que ayuda a transferir una acción y responde a una doctrina de la finalidad, pues intenta conducir el texto hacia esa otra orilla o parte de sí mismo que sería una nueva forma del artículo y, por lo tanto, diferente en términos de calidad lingüística, estructura y comunicabilidad.

La finalidad de la evaluación textual, revisión o arbitraje no es disciplinaria ni de rechazo (aunque en ocasiones los textos deban postergarse para la publicación o archivarse por diferentes motivos), sino que es una reconducción o aproximación hacia lo que la escritura puede ser y no había llegado todavía a realizar. Es una actividad colaborativa y colectiva (Jitrik, 2000, p.79).

Bibliografía

Doyma (1993). Manual de estilo. Publicaciones biomédicas. Barcelona: Doyma S.A.

Jitrik, Noé (2000). Los grados de la escritura. Buenos Aires: Bordes Manantial

Locke, David (1997). La ciencia como escritura. Valencia: Frónesis Cátedra Universitat de Valencia